Huímos. Nos fugamos a través de una compleja red de canalizaciones subterráneas. Tu y yo como ratas perfectamente adaptadas a la inmundicia. Pero entonces las ratas nos empezaron a morder y el espacio se volvió extraño y supimos que íbamos a morir. Recuerdo perfectamente lo tranquila que estabas. Te desnudaste sobre el agua negra y me pediste que no dejara de mirar. Me volví loco. Tu cuerpo se movía muy despacio y yo moría de amor al verte.